Me siento en la orilla del mar y, aunque son mis sábanas las que acarician mis piernas, siento cómo el agua salada roza mi piel. Solo veo esta oscura habitación y, sin embargo, al cerrar los ojos puedo ver un hermoso atardecer. Las nubes se tiñen de fuego y el agua refleja las brasas que calientan mi alma. Escucho a Lauren Renon, "Me and the Neon" y quiero creer que esa melodía que resuena en mi mente, no es otra que la de las olas golpeando con unas rocas que acabo de inventar. Qué bonita es la imaginación, ¿verdad? Que puede hacernos vivir lo que vimos y, al mismo tiempo, vivir aquello que nos gustaría estar viviendo.
Estás aquí, mi amor y eso me causa un gran dolor. Siquiera le diste a la pausa para que pudiera guardarte rencor. En otros tiempos, que estuvieras más cerca era de todo, menos un destiempo. Era un latido extra. Pero hay casi puedo olerte y ya no puedo ni verte. Sufro al pensar en abrazarte y muero sin poder besarte. Mírame una última vez. mírame, con tu blanca tez. Mírame y dime qué es lo que ves. Mira y luego... vete otra vez.